La eficiencia energética o ahorro de energía tiene como objeto procurar la reducción de los costos energéticos manteniendo el mismo resultado final. Es una optimización del consumo de energía. Esta práctica conlleva un aumento del capital financiero y ambiental de nuestras empresas.
Si bien es cierto que, en términos de país, la acción de una que otra empresa apenas se nota, estamos abriendo las puertas para crear una gran ola en donde, desde el sector privado, hagamos un aporte –no el único- a la solución del problema energético que hemos padecido por décadas los dominicanos. Mejorar la eficiencia de nuestro uso de energía es una tarea de todos y hoy la AIRD quiere presentarles un primer esfuerzo que, en términos de rentabilidad, sería altamente significativo.
Por lo tanto, mayor eficiencia energética significa, amigos empresarios, mayor rentabilidad, porque se trata de reducir nuestro consumo de energía, pero manteniendo los mismos procesos productivos dentro de nuestras industrias, manteniendo e incluso incrementando nuestros niveles de productividad y, además, protegiendo mejor el medio ambiente. Este paso es de gran impacto, se los aseguro. De hecho, en sólo diez empresas industriales del subsector “plásticos” el ahorro posible de energía sería de unos 100 millones de pesos anuales, equivalente al 21.5% de su consumo estimado. Esto es significativo y contribuye a la competitividad de estas empresas ¡Es una buena noticia!
Agradecemos a las empresas participantes: Duralón, INCA, MercaSID (Planta de Plásticos), Multiquímica, Polyplas, Fersan (División de Sacos), Plásticos del Caribe, Plásticos Multiform, Termopac y Nesplas, porque han dado un ejemplo que esperamos otros se animen a seguir.
Algunas de las causas del excesivo costo son el alto consumo de energía eléctrica de las instalaciones, las tarifas eléctricas excesivas, el alto consumo de energía fósil de las instalaciones, el manejo y gestión de los desperdicios energéticos, la negativa de proveedores a firmar contratos preferenciales, el suministro inestable de energía, la frecuente paradas no programadas de equipos, la inestabilidad del voltaje, la incorrecta conexión a tierra de algunos equipos, entre otros.
El programa cuyos resultados hoy presentamos no pretende enfrentar con éxito todas estas causas, pero sí asegura que aquellas que dependen de la dinámica interna de las industrias pueden ser superadas y que la inversión que conlleva genera rentabilidad y, por lo tanto, competitividad.
Y es que ciertamente el sistema eléctrico nacional tiene que reformarse y mejorar sus precios y su nivel de certidumbre, pero es mucho lo que las empresas pueden hacer desde adentro para ellas también reducir costos. Lo diré con un refrán que conocemos: en lo que el hacha va y viene, descansa el palo.
Agradecemos al Consejo Nacional de Competitividad y especialmente a su director Andrés van der Horst, así como a Laura del Castillo y Julián Cruz, quienes confiaron en la AIRD y creyeron que este proyecto realmente apunta al corazón de la competitividad, que es la eficiencia y la productividad.
Agradecemos al Banco Interamericano de Desarrollo en la persona de su representante residente, Manuel Labrado, y de Juan Carlos Navarro, coordinador del equipo responsable, quienes otorgaron los recursos que hicieron posible para el CNC el apoyo a este proyecto, en el marco del Proyecto de Asistencia Técnica para el Programa de Apoyo a la Política de Competitividad II.
Nos mostramos esperanzas de poder continuar con proyectos similares, seguros de que los cambios externos tienen que venir y vendrán más temprano que tarde, pero mientras tanto, trabajamos en los internos.
