Palabras de Ligia Bonetti la 5ta. Entrega del Premio George Arzeno Brugal al Periodismo sobre la Industria Nacional
En el momento de redactar estas palabras me surgió la pregunta de por qué una persona, hombre o mujer, se hace periodista. Al reflexionar pensé en múltiples razones, pero visualicé dos muy importantes. En primer lugar, creo que muchos de ustedes se hicieron periodistas porque estaban convencidos de que tenían capacidad para el ejercicio de esta profesión. Es decir, talento.
Otro grupo probablemente tuviese razones vinculadas a las recompensas del ejercicio periodístico. Recompensas, en muchos casos, de carácter más simbólico que material: una forma de influir y ejercer un tipo particular de liderazgo, una profesión de prestigio, posibilidad de intervenir en temas clave para la sociedad.
En las últimas décadas la información se ha tornado fundamental para el establecimiento de la agenda económica y social del país. Los medios en este sentido son, en cierto modo, una especie de espacio en donde se avanzan consensos y se establecen diferencias o disensos, se perfilan desafíos y retos para el sector empresarial.
La económica es una información especializada que requiere dominio de términos técnicos y visión global. Se caracteriza por la necesidad de informar, pero enmarcada en unas exigencias que hacen duro su ejercicio: con rapidez y precisión. Es una información con múltiples impactos en la vida pública y empresarial e influye en el comportamiento económico de las personas, de las empresas, de los mercados, de los gobiernos.
Las interrogantes que surgen son muchas. Los temas en ocasiones son conflictivos. La información no es un "molde" de hielo frío y cuadriculado, sino que tiene vida.
Permítanme una metáfora: El periodista es como un cocinero. La información que suministramos las diversas fuentes (primarias y secundarias) es una materia prima con la cual los periodistas cocinan los platos que cada día nos entregan. A veces suculentos, ricos, sorpresivos, a veces no de nuestro agrado, pero reconociendo que es parte de la dinámica social y de la diversidad de estilos existentes.
En esta ocasión, teniendo lo que he dicho como telón de fondo, quiero externarles que en la AIRD somos respetuosos de su trabajo. Trabajamos en mantener una conducta que nos caracteriza por la franqueza, la transparencia y la accesibilidad. Apreciamos la profesionalidad, la pluralidad, tratamos de sostener relaciones fluidas y cordiales. Buscamos ser una fuente confiable para los medios de comunicación, lo cual hemos expresado en nuestro Código de Ética Industrial.
En la AIRD reconocemos que trabajan prácticamente bajo estado de vértigo: casi nada puede esperar a mañana, por eso tratamos de dar respuestas oportunas a sus requerimientos. Valoramos el trabajo conjunto con los medios, como una forma de contribuir al clima de paz y a plantear propuestas que contribuyan al desarrollo sostenible de la nación. Sin embargo, permítanme recordarles una afirmación de un grande del periodismo, Gabriel García Márquez, quien afirmó que "la mejor noticia no es siempre la que se da primero, sino muchas veces la que se da mejor".[1] Si es posible combinar ambas cosas, bien, pero siempre es preferible mantener los parámetros de calidad de la información.
Pero es la sociedad, o mejor dicho cada ciudadano que a diario se informa, el que desde su íntima conciencia debe respaldar, criticar o juzgar el enfoque de la información que se difunde y es eso precisamente el ejercicio indispensable para gozar de una auténtica democracia participativa y para que exista un periodismo realmente independiente, responsable y democrático.
Por eso, para que haya verdadera libertad de expresión, debe existir una especial relación entre la prensa, el público y las fuentes que hacen noticia. Solo gracias a la existencia de una comunidad ávida de información, crítica, cuestionadora y exigente se puede desarrollar un periodismo libre.
Sin embargo, entendemos que en el ejercicio periodístico debemos tener muy claro que se puede discrepar, se puede cuestionar, pero siempre sobre la base de una información veraz, sin censuras, pero siempre apegados a la ética y alejados de la malintencionada manipulación.
No comprender la importancia que implica la libertad como requisito indispensable e irrenunciable para el trabajo de los medios y los periodistas, es simplemente irrespetar esa valiosa profesión, por eso estamos comprometidos con esa libertad. Toca a ustedes, los periodistas, lograr que a través de un ejercicio ético y de calidad, el ciudadano valore en su justo lugar el valioso papel que están llamados a jugar en nuestra sociedad.
George Arzeno Brugal, a quien dedicamos este reconocimiento que hacemos año tras año a los profesionales de la comunicación en el área de la prensa económica, indicó una vez que "el hecho de uno ser empresario no es solamente defender los intereses de su empresa, hay que trabajar en beneficio de los intereses de la colectividad". Ese es nuestro norte y ustedes nos lo recuerdan permanentemente. Por eso, gracias.
Esta quinta entrega del Premio al Periodismo Industrial George Arzeno Brugal es un reconocimiento a tres periodistas: Alex Jiménez, Jairon Severino y Cándida Acosta, tres amigos, que reúnen en sí los dos tipos de razones para ser periodistas que mencioné al inicio de mis palabras: Tienen talento, capacidad, pero también constituyen, a través de los medios en que han ejercido, personas que influyen en la agenda de desarrollo de República Dominicana y que prestigian la prensa económica dominicana. Por eso no es casual que piensen que son postalitas repetidas en estos premios.
Cándida, Jairon y Alex deben servir de ejemplo para los muchos otros periodistas que estamos seguros cuentan con la capacidad para hacer un buen periodismo. A toda la comunidad periodística y sobre todo a ustedes con los que tenemos el honor de compartir en este evento, solo nos resta animarlos a participar en las ediciones venideras y asumir el reto de ganarles a estos tres excelentes periodistas. Las bases están ahí, conózcanlas y atrévanse.
Finalmente, una palabra que por reiterada pasa desapercibida, pero que la decimos en nombre de todos los industriales: Gracias.