Un año de aprendizaje en la promoción de los encadenamientos productivos

La meta es vincular al menos 1,000 empresas locales y de zonas francas

Un año de trabajo, seis rondas de negocios, 218 empresas participantes (148 nacionales y 70 de zonas francas), 1,320 reuniones de negocios son suficientes razones para afirmar que la política y el proyecto de  promoción de encadenamientos productivos entre empresas de zonas francas e industrias nacionales cuenta con el compromiso tanto de los empresarios como de instituciones del gobierno y que aunque todavía no se han establecido indicadores sobre el volumen de los negocios acordados, se trata de una estrategia que incrementa la competitividad de las empresas de ambos sectores.

El acuerdo fue firmado el 14 de Junio del año pasado (2016) por el Ministerio de Industria y Comercio, el Consejo Nacional de Zonas Francas de Exportación, la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), el Centro de Desarrollo y Competitividad Industrial y la Asociación Dominicana de Zonas Francas (ADOZONA). A este conjunto de organizaciones se unió posteriormente el Centro de Exportación e Inversión de la República Dominicana. Estas instituciones reconocen, en el convenio, que el trabajo conjunto puede ser beneficioso para ambos sectores.

Los encadenamientos productivos fueron establecidos, en el Segundo Congreso de la Industria Dominicana, como uno de los ejes básicos del desarrollo industrial del país. Constituyen parte de las estrategias para incrementar la competitividad en un entorno de mercado abierto, la productividad basada en la innovación y la internacionalización de las empresas.

Esto permite en las empresas consolidar los empleos generados, conferir cada vez mayor valor agregado a dichos empleos, fortalecer el mercado interno y conquistar nuevos mercados.

Qué se gana

Los encadenamientos pueden definirse como establecimiento de vínculos de negocios entre sectores o subsectores productivos, creación y/o fortalecimiento de los vínculos comerciales entre firmas que proveen bienes y servicios y firmas que los compran, en un ganar-ganar que incluye de algún modo a competidores finales y que, por lo tanto, repercute en costos y eficiencia.

Su objetivo es, por lo tanto, realizar enlaces entre distintos conjuntos de empresas que componen cada etapa o eslabón de un determinado proceso productivo, y articularlos según sus capacidades con el fin de que las empresas ganen competitividad en los mercados.

Al preguntarse por los beneficios de estos encadenamientos pueden identificarse, entre otros:

  • Identificación de las necesidades de los potenciales compradores y de quiénes podrían suplir dichas necesidades;
  • Incremento de las ventas y de la sostenibilidad de las empresas locales;
  • Observación de estándares internacionales que satisfagan los requerimientos de quienes compran para producir –en suelo dominicano- para mercados extranjeros (es decir, las empresas de zonas francas);
  • Ruedas de negocios “Business to Business” (B2B) de las cuales, como ya se ha dicho, se han celebrado seis en un año. Estas han hecho posible establecer ese tejido que son los encadenamientos;
  • Disminución de los costos para las empresas de zonas francas que participan en estos encadenamientos.

Desafíos y retos

Las instituciones participantes en este acuerdo tienen un propósito: generar a nivel del país un ecosistema favorable para fomentar dichos encadenamientos.

Para que estos beneficios se sostengan, la AIRD valora –junto a los firmantes del convenio- la posibilidad de presentar elementos para una propuesta legal que favorezca los encadenamientos productivos en el país.

Es un gran reto que las industrias nacionales para ser competitivas cuenten –como parte de ese ecosistema favorable- con la posibilidad de tener el mismo trato impositivo que tienen las compras a suplidores extranjeros por parte de las zonas francas y no que las empresas locales se vean obligadas a asumir impuestos de importación y un ITBIS que no pueden compensar. El gran reto es que las autoridades puedan resolver esta situación para facilitar y promover los encadenamientos y hacer esto una política de Estado real, para generar mayor valor agregado nacional.

Los encadenamientos son una estrategia correcta, pero si queremos lograr vender aunque sea el 20% a las zonas francas de lo que ellas importan, nuestro país ahorraría significativas divisas, se crearían cada vez más empleo de mayor valor agregado y se aportarían mayores ingresos tributarios y riquezas.

Las importaciones de las zonas francas representan negocios cercanos a los US$4,000 millones. Las empresas nacionales ya participan y pueden participar en una proporción cada vez mayor como suplidores confiables, cercanos y con la calidad que requieren estos clientes especiales del sector manufacturero dominicano, pero el ecosistema productivo debe hacer ajustes importantes.

En otro orden, el proyecto asumido por las seis instituciones busca integrar a las pequeñas y medianas industrias. Es por esta razón que contempla la asistencia técnica a varias empresas de este segmento para fortalecer las posibilidades de éxito al vincularse con empresas de zonas francas. Es decir, en diversos casos las empresas participantes reciben el beneficio de mejorar su capacidad técnica con el propósito de propiciar la sustitución de importaciones.

Es necesario decir que se pretende que las relaciones establecidas sean relaciones comerciales de largo plazo. No se trata de resolver una emergencia de una que otra empresa de zona franca, sino más bien de tomar en cuenta las necesidades consistentes de diversos segmentos de las zonas francas y darle respuesta con los estándares pedidos por estas.

Este proceso permite que las empresas locales se inserten en las cadenas de producción global. Los proveedores locales incrementarán sus ventas al tiempo que se incrementa o mejora la sostenibilidad del empleo, y los compradores –las empresas de zonas francas- aumentarán sus operaciones comerciales y su capacidad de exportar bienes y servicios.

Los encadenamientos productivos están llamados a ser parte de una política industrial moderna y proactiva.

Columna institucional AIRD-El Dinero

Junio 2017

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