Seminario: Construyendo el Futuro en Base a la Asociatividad
Palabras Presidente AIRD
Enero del 2015 se perfila como una fecha simbólica en la cual se producirá un hito en el comercio entre República Dominicana y Estados Unidos al quedar liberalizadas la mayor parte de las importaciones procedentes de esa nación, consecuencia del DR-CAFTA. Ese mismo DR-CAFTA que, incluyendo a Centroamérica, puso al desnudo muchas de las deficiencias de nuestro aparato productivo y también del marco en que desarrollamos la actividad económica en nuestro país.
En ese sentido, la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) ha trabajado en dos frentes o áreas. Por un lado, hemos invertido tiempo, recursos y energías en lograr que las condiciones externas o del contexto se hagan más favorables a la competitividad de nuestras industrias, se reduzcan los obstáculos que confrontamos, se incremente la base tributaria a través de la formalización de las empresas y la reducción de la competencia desleal y se trabaje de modo mancomunado entre instituciones públicas y privadas. Por el otro, hemos impulsado proyectos y acciones para fortalecer los músculos de nuestras empresas, de modo que participar en la carrera de la competitividad nos resulte más ligero y con mayores posibilidades de salir exitosos. En resumen, somos conscientes de que si en esta carrera llevarnos medallas de oro, plata, bronce, las mismas serán el resultado de un trabajo mancomunado entre quienes crean las condiciones para lograrlo, el sector público, y nosotros, el sector privado que somos los corredores.
El Proyecto de Innovación Industrial Compitiendo en Flexibilidad y Rapidez que hoy cerramos y que sirvió para constituir tres clústeres en las áreas de productos plásticos, productos de belleza y cacao y sus derivados, es un ejemplo de lo que es posible lograr si existe esa articulación entre el sector público y privado, a lo cual se suma el apoyo de un organismo internacional como lo es el BID-FOMIN.
El reto mayor, para la AIRD, lo ha sido el incremento de las exportaciones en condiciones competitivas. Los clústeres son una herramienta ideal para implementar una estrategia que permita a las empresas su internacionalización, la colocación de sus productos en los mercados internacionales. Son procesos que requieren que las empresas, la administración pública y el resto de los agentes avancen cada día más hacia mayores niveles de cooperación.
La capacidad de actuar juntos, coordinándose o complementándose, permite a las empresas incidir en el entorno y lograr ventajas competitivas que aquellas que trabajan de manera aislada no pueden acceder. Además, competidores tradicionales se convierten en cooperantes entre sí, de cara a objetivos y procesos.
El proyecto de Innovación Industrial ha permitido, sobre todo, unidad. La unidad que hemos llamado asociatividad, cooperación y confianza entre las empresas, sin dejar de ser competidores.
En el caso del sector de productos plásticos, podemos dar dos ejemplos de lo que ha significado la unidad, la asociatividad. Por un lado, en conjunto han participado en un rico proceso de capacitación en un sector de constante innovación y, por el otro, han formado una organización, la Asociación Dominicana de Industrias del Plástico -ADIPLAST, que representa y defiende los intereses del sector.
En el clúster de cacao, los eslabones de la cadena fortalecieron su unidad en una visión de ganar-ganar que centró mucho en el primer eslabón, el de los productores, con la conciencia de todos de que una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil y que es ahí, con los productores, en donde se requiere ahora hacer más esfuerzos, sin descuidar los temas de la comercialización y la industrialización, sobre todo generando nuevos productos. Ha sido un compromiso con la calidad y la productividad.
En el sector de productos de belleza, asociatividad significó que pequeñas y grandes empresas se acercaron a procesos conjuntos, que un conjunto de ellas busca una marca que les distinga, que avancen hacia cada vez mayor calidad.
El proyecto contribuyó en áreas como desarrollo de productos, estrategia de proveedores, mejora de procesos, internacionalización, mejoras tecnológicas, incremento de capacidades de los recursos humanos de las empresas½ entre otras que consideramos clave para la instauración de una cultura exportadora½
Quiero decirles que estos clústeres tienen vida propia, independientemente del programa, aunque se deberá seguir trabajando en su sostenibilidad financiera para garantizar su permanencia y desarrollo.
Se han tendido puentes entre empresas y entre sectores, se han sentado en la misma mesa competidores que alguna vez pensaron que no era posible, han pensado juntos, han compartido información y capacitación e incluso vislumbran la posibilidad de negocios conjuntos en un futuro no muy lejano. Es un resultado de este proyecto. En síntesis, confianza y capacidad de trabajo conjunto son dos de los logros intangibles importantes del proyecto.
Aunque las industrias de estos segmentos productivos fueron el núcleo del proyecto, el mismo no hubiese sido posible sin el apoyo de otras instituciones, empezando por el propio BID-FOMIN que confió en la Asociación de Industrias como ejecutora del más grande proyecto de apoyo al sector privado que haya tenido dicha organismo en el país. El respaldo recibido por Moisés Pineda, Manuel Labrado, Smeldy Ramírez, Carolina Escudero, Julissa Holguín y a la propia Flora Montealegre que recientemente asumió la representación del BID en el país.
Sin embargo, sin duda alguna fue gracias a nuestro andar junto al Consejo Nacional de Competitividad, en las personas de Andrés Van der Horst, Lynette Batista y Julián Cruz, que no sólo pudimos atrevernos a impulsar este proyecto, sino además hacerlo realidad. Por supuesto fue gracias también a la perseverancia y valentía de nuestra pasada presidenta Yandra Portela y de nuestra vicepresidente ejecutiva, Circe Almánzar, así como de nuestro pasado presidente, Manuel Diez Cabral.
Otros actores clave para la consecución de este programa lo fueron USAID-Reddom, la Comisión Nacional de Cacao, CEDAF, el Ministerio de Agricultura, el IICA, la JAD, IDIAF, el CEI-RD, ONAPI, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, ADOEXPO y el Ministerio de Industria y Comercio, entre otros.
Finalmente, quiero resaltar la labor realizada por los consultores y todo el equipo técnico tanto de la AIRD como de los que laboraron en el proyecto, muchos de los cuales continuarán aportando a la institución. Entre ellos a Juan Francisco Mejía, Ana Ysabel Acosta, Timoteo Pérez, a los clúster managers y a su equipo de apoyo y sobre todo a Carlos Rodríguez nuestro ahora director de proyectos, por haber asumido este reto con tanta pasión, profesionalidad y entusiasmo.
Sin duda alguna ya tenemos la certeza como país de que los clústeres son una herramienta de éxito y competitividad para las empresas. Lo que ha quedado demostrado por el crecimiento de las exportaciones, pues en los últimos cuatro años, el sector de plástico creció 76%, el de belleza un 45% acumulado y finalmente cacao creció un 13%. Por encima del promedio de crecimiento de las exportaciones de otros segmentos de la industria local.
Exportar, se trate de grandes, medianas o pequeñas empresas, es el camino para hacer crecer a nuestra industrias y eso se puede lograr a través de los clústeres.
En la AIRD aprendimos la tarea de conformar clústeres exitosos, hicimos y continuaremos haciendo nuestro aporte por fomentar la cultura asociativa en nuestro país. Esperamos pues que con el mismo entusiasmo y compromiso con que seguiremos impulsando estos y otros nuevos clústeres, tanto las industrias, como las instituciones públicas e internacionales sigan apoyando activamente estas iniciativas a favor de la competitividad de nuestro sector industrial.
Gracias a todos por ser partícipes de este gran proyecto.